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Te invitamos a leer y compartir la columna de opinión escrita por el profesor Claudio Lobos.

Recuerdo hace muchos años atrás un resultado que me llamó la atención y que una colega me mostró sobre mujeres en ingeniería. Si liberabas la barrera del tiempo, las mujeres solían encontrar mejores soluciones (algoritmos) que los hombres en problemas de ingeniería. Admito que no valoré dicho resultado en ese momento como se lo merecía. De hecho, pensé en el mundo de la informática y dije: quien llega primero en este negocio es quien gana. ¡Y sigue teniendo sentido! Si alguien hoy hace un mejor Facebook no tiene chances de ganarle a esta plataforma. Me refiero a crear una plataforma equivalente, pero que use menos recursos computacionales, que vaya más rápido, que sea más fácil encontrar cosas, etc. Luego retomaré esta idea.

Esta pandemia nos ha obligado a repensar la forma en que hacemos todo. Muchos, entre ellos yo, no sabíamos cómo enfrentar nuestro quehacer y la verdad nos obligó a aprender haciendo, a experimentar, a ser pro-activos y a pensar mucho más en el otro. Yo encerrado, un tipo ya con algo de experiencia, me veía complicado con la forma de hacer mi trabajo y eso me hizo reflexionar en cómo iba a ser esto para los estudiantes, para alguien en pleno proceso de formación. Y bueno, tuve que ver la forma de enfrentar el problema que todos mis colegas en mi área debían enfrentar: el cómo evaluar.

Pregunté a mis colegas cómo lo estaban haciendo y me preocupó que la mayoría se enfocó en que la gente no copiara. El mayor esfuerzo estaba centrado en que no pasara un mal alumno y no en que uno bueno pudiese demostrar sus aptitudes. Tras una larga reflexión concluí que, bajo estos tiempos excepcionales, podía tener dos enfoques:

1.- Poner un millón de restricciones para que nadie se copiase. Pedirles que tuvieran la cámara encendida todo el rato. Que si yo le pedía a alguien en particular que se llevara la mano a la nariz en algún momento lo pudiese hacer y un largo etc.

2.- Dar plena libertad. Simplemente aceptar que no hay ninguna medida que yo pueda aplicar para evitar que un alumno se copie. En el fondo, dejar de poner restricciones estúpidas que afectarían a los buenos por los malos.

Opté por la segunda. Como ya mencioné, yo me siento agobiado bajo la situación actual. ¿Quieres des-motivar a un buen alumno? Dale y ponle más peso sobre los hombros por culpa de otros. No me importa si se me pasa alguien que copió, pero no ayudaré a que un buen alumno se des-motive y se nos vaya abajo por estos tiempos especiales que vivimos.

Estructuras Discretas

Bueno, ¿y Estructuras Discretas?, es un ramo hermoso. Me pidieron que me hiciera cargo de él hace como unos 8 años atrás. Hoy lo coordino entre Santiago y Valparaíso. Tenemos las mismas evaluaciones. Sé qué está explicando el profe a las 14:17 a más de 100 kilómetros de mí. Las evaluaciones son las mismas, el contenido es el mismo, el tiempo es el mismo, etc. En el fondo, lo tengo funcionando como reloj suizo a estas alturas. Y eso me enorgullece.

Lo más bonito del ramo es que sienta toda la base teórica sobre la cual se sustenta toda la informática y las ciencias de la computación. Es un ramo de tercer semestre de la carrera y que les da (según mi visión) la verdadera introducción a la carrera. Comenzamos a ver algoritmos de verdad. A cuestionarnos cosas. A ser lógicos. A comenzar a definir las nociones que luego nos llevarán a bases de datos, a la computabilidad, a redes computacionales, investigación de operaciones, inteligencia artificial y muchas más. Es claro que muchos no lo ven así, pero si volvieran a tomar el ramo verían como la mayoría de los principios de dichos cursos los tocamos en Estructuras Discretas.

En tiempos presenciales tenemos entre un 60 y 67% de aprobación. Este semestre logramos un 97%. Como ya dije, no me enfoqué en filtrar, sino en potenciar. Son tiempos excepcionales y no, esto no fue un regalo. Un certamen consta de 4 o 3 preguntas que deben responder en 90 minutos en modalidad presencial. Esta vez distribuimos cada una de esas preguntas en semanas distintas, dando 24 horas para entregar la solución. La nota final más alta fue un 98.3% ¿Y saben qué? Empataron una mujer y un hombre en ella. Pero lo mejor es que dentro de los que obtuvieron mayor puntaje hay casi igual cantidad de mujeres y hombres. A pesar de que a Informática solo un 11% de las personas que entran son mujeres y como departamento queremos mejorar ese número.

Las respuestas que me entregaron los buenos alumnos eran realmente excepcionales. Le pusieron ganas. Varias veces me sorprendieron. Llegaron a soluciones utilizando la materia, pero con otros enfoques. ¡Y más de uno me hizo decir wow! Llegando al final del curso tenía ganas de corregir las preguntas de ciertos alumnos para ver cómo me sorprenderían esta vez.

Le escribí un email a todos quienes tuvieron un promedio superior a 80% para felicitarlos y decirles que compartí sus nombres con mis colegas para potenciarlos. Para que nos preocupemos de ayudarlos a desarrollar sus máximas capacidades. Y espero lo logremos. Hasta hoy solo me han respondido mujeres diciéndome que les gustó mucho la asignatura, que quieren ser ayudantes del ramo y que quieren tomar más ramos como éste.

No es bueno generalizar, pero me atrevería a preguntar ¿Quieres hacer algo rápido? Dale la tarea a un hombre. ¿Quieres hacer algo bien? Dale la tarea a una mujer. Lo sé, no siempre será así, pero parece que hay una tendencia en los alumnos que nos llegan.

Quizás pasaron alumnos que copiaron. Pero también permití a otros que brillaran bien alto. Me quedo con lo último.

Todos estamos aprendiendo a ver las cosas de una forma diferente con esta pandemia. Cuando vuelva a modo presencial cambiaré mi enfoque de evaluar también. Aprendí varias cosas con esto. Ahora veo una dirección de cómo mejorar.